miércoles, 26 de marzo de 2008

Felices por siempre

Hoy recordé cuando era niña y junto con mi hermana convencíamos a mi papá para que nos instale el VHS y nos ponga los clásicos cuentos de hadas. Aunque los habíamos visto miles de veces seguían resultando entretenidos para mí, como si fuera la primera vez que los vi, un mundo mágico inagotable para mis inocentes ojos de niña.
El hecho de ver a los animalitos ayudando a Blanca Nieves con los quehaceres de la casa era maravilloso, la conspiración de los ratones para defender a La cenicienta de sus malvadas hermanastras y claro el cangrejo de La sirenita cantando ‘Bésala’ son los pasajes más chéveres de las historias.

Todo en ese mundo se acababa con un Y fueron felices por siempre, nunca pasaba nada más después de la boda o el gran beso, simplemente aparecía la bendita frase seguida de la palabra Fin.
Claro que me gustaban y aun me siguen gustando los cuentos de hadas, en especial porque me hacen recordar a una de las etapas más tranquilas de mi vida cuando no tenía preocupación alguna, pero creo que llego el momento de ser más critica con uno de mis pasatiempos favoritos analizando los esteriotipos que se proyectan.

La princesa, siempre bella. Generalmente se le atribuyen características positivas como la chica obediente, que ama la naturaleza, ingenua, bondadosa, puede tener una linda voz, ser muy buena bailando. Actualmente, digamos que estas no son las cualidades a las que aspiran las chicas de mi generación.
Al menos a mí me preocupa más cultivar mi mente, estudiar, escribir mi blog monse, terminar la universidad y ser reconocida en mi profesión.

El príncipe, el hombre de los sueños, al que las princesas aman desde el primer momento que lo ven. Es un chico muy apuesto, gentil, valiente, que busca el amor, tierno. El chico más difícil de encontrar, ya que esta sociedad cada vez produce más patanes que nada, y si son muy lindos no son muy caballeros que digamos o simplemente las princesas no los pueden identificar de inmediato, ya que tienen el disfraz de sapos.

La madrastra, aquella aprovechada que finge querer a la princesa ante el pobre padre, pero afila las uñas cuando este ha muerto y le hace la vida imposible a nuestra querida protagonista del cuento. No dudo de que estas madres sustitutas no siempre tengan las mejores intenciones, pero no podemos decir que solo ellas ponen trabas en nuestros caminos. En el mundo real tenemos muchos más problemas que una madrastra malvada y muchas veces somos victimas de nosotras mismas y los tontos prejuicios que hemos adquirido por imposición de esta sociedad inquisidora.

El hada madrina, el personaje más esperado que aparece luego de una cuota de sufrimiento muy elevada. Yo creo que en el mundo real, ella toma diferentes formas sin necesidad de hacer magia. Puede ser una tía, una buena amiga, una vecina, tu mamá, etc.

Lo que encuentro más cuestionable de estas historias es el amor por siempre. Como espectadora de una época en la que los divorcios han alcanzado sus picos más elevados, me pregunto si es que es posible llegar a ese estado. En el mundo real si que hay problemas y diferencias que solucionar no como del mundo de los cuentos.

Quizás este sea el mayor problema de los cuentos, que te hacen escapar de la realidad y te pintan un panorama que probablemente no es posible. Pretenden hacernos creer que la felicidad máxima se logra a través del matrimonio y que lo demás no importa, ya que se limita a vivir feliz para siempre monótonamente.

Yo, como una chica escéptica, difícil de convencer y además tan desconfiada de las palabras, debo decir que le atribuyo el beneficio de la duda a los finales felices. Se podría decir que los cuentos calaron a fondo en mi cabecita infantil. Realmente no espero a un príncipe que se case conmigo y que toda nuestra vida sea color de rosa, pero creo que si el amor está presente cualquier mal es más llevadero.
De seguro que no cumplo con el esteriotipo de una princesa, aunque siempre he sido la reina de mi casa, pero a veces es bueno pensar que con todas las variantes que existen en el mundo real, se puede llegar a tener una vida feliz.

*** Un mundo ideal***

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