Esclava de mis palabras

De seguro todos nosotros tenemos alguna frase que hemos repetido varias veces y que al final con el tiempo se ha ido en nuestra contra. Luego, sólo las repetimos como un eco en nuestro subconsciente.

Jamás haré esto, siempre seré así, nunca… son las típicas palabras que escogemos para firmar nuestra sentencia. Es que es así, al final terminas haciendo justo lo contrario. No sé si es el destino, el karma, las lecciones de la vida en general, lo que nos muestra que el pez por la boca muere o que no se debe escupir al cielo…
Yo he tratado de ser muy cuidadosa, en especial cuando hablo del futuro, cuando hago promesas, cuando me planteo límites. Sin embargo, siempre termino siendo esclava de mis palabras.

A veces dices cosas que realmente piensas en un momento determinado, lo dices con tanta convicción que no te das cuenta del verdadero impacto que causa en los demás. Me he arrepentido de mis palabras, créanme. He sido soberbia, altanera, he tenido delirios de omnipotencia y cada uno de ellos me ha costado, me ha dolido, me ha enseñado, aunque sin mucho éxito, que debo cuidar lo que digo.

Mi mamá siempre me dice que debería hablar menos, quizás me iría mejor si siguiese sus consejos. Sólo que no es parte de mi naturaleza quedarme callada, hablar es mi manera de darme a conocer. He metido la pata, yo lo sé, no es preciso que me lo recuerden. He dicho cosas que desaniman a mis posibles pretendientes, he espantado a la gente con actitudes mías, con palabras que suenan de lo más convincentes cuando vienen de mí, etc.

Pero, ¿Qué más da? Yo soy así, complicada. Si alguien me quiere debe saberlo, no es algo que yo oculte, no es algo que sea un misterio.

***Les dejo una canción de Liah, una cantante brasilera que me parece chévere y que escuche hace ya bastante tiempo atrás.